Cada año se anuncia por esta época la llegada o nacimiento del hijo de Dios... y son estos días los más propicios para reflexionar y tomar nuevos caminos... para renacer y alimentar la vida con las dulces mieles de la paz, la felicidad, la abundancia y el amor...
Las enseñanzas de los maestros ilustran que se nace de la carne varias veces, y que una vez se comprende el orden del universo y se crea la correspondencia, se logra el segundo nacimiento, el nacimiento desde el espíritu... y es ese nacimiento el del hijo de Dios. Todas las creaciones del universo son a imagen y semejanza del Padre, del absoluto, del supremo... todos somos hijos de él y vamos hacia él, algunos tardan más en llegar, pero todos vamos a llegar...
Y es la navidad una metáfora a través de la cual nos enseñan que debemos purificar nuestro campo mental (pesebre pobre), para que renazca el hijo de Dios (consciencia, iluminación, comprensión...) y los reyes de la ignorancia (emociones, sentimientos, creencias...) reciban al único rey soberano, el amor...
Es importante disponer nuestro corazón de una manera sencilla y cálida al nacimiento definitivo del hijo de Dios... y que la divinidad interior que acaba de nacer, sea la estrella que ilumine el camino de otros que se dispongan abrir las puertas a Dios...
¡Feliz Navidad!
y un nuevo año!

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