El anciano Milciades, como todas las tardes cruzo las piernas en loto y se sentó a la orilla del camino...
Allí era el sitio de encuentro de varios pobladores de las veredas cercanas, para escuchar las perlas de sabiduría que él, siempre compartía con los presentes...
Aún no había comenzado el relato del día cuando en el horizonte aparece un viajero; su rostro reflejaba cansancio y un aire de mal humor...
El viajero hecho una mirada a todos los presentes; y se detuvo frente al anciano y le pregunto:
- ¿Cómo son las personas de este pueblo?
El viejo Milciades con la sonrisa que siempre le caracteriza, saludo al viajero y al instante le contesto con otra pregunta:
- ¿Cómo son las personas del pueblo donde vienes?
- Terribles, mentiroso, miserables, aprovechados... no se puede confiar en ellos. Menos mal salí de allí y no pienso volver más...
- ¡Caramba! Tendrás que continuar el viaje... las personas de este pueblo son iguales a las de donde vienes, y no veo vientos de cambio.
- ¿Cómo son las personas de este pueblo?
- ¿Cómo son las personas del pueblo de donde vienes?
- Son las personas más maravillosas que he conocido... pacificas, felices y amorosas... espero volver pronto.
- Estas en el lugar correcto, aquí encontraras las mismas personas; y con la misma capacidad para servirte...
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